sábado, 1 de noviembre de 2008

Solo de noche


El taconear del paso apurado fue dejando atrás los escalones. Sobre el último descanso, del antepenúltimo piso, tan solo algunos metros antes de la puerta final, esperaba encontrar los labios donde estamparía como rubrica aquel beso contenido desde anteanoche. Pasadas las menos cuarto, todo era infinito, el deseo, el cielo, todo. Nunca levanto la vista, pero sabía que la luna en menguante colgaba del cielo como astro decorativo en la noche profunda.
Pensó en la noche, en ella, en la noche con ella, en todo. Pensó en el punto exacto donde terminaría la noche para convertirse en cielo, pensó en ella. Pensó, y mientras lo hacia, la agitación dejo escapar un suspiro al aire. El aliento se mezclo en el aire, con el perfume, con la noche, con los recuerdos de ella.
Bajo la vista al mismo tiempo que desplegó de frente sus manos. Las giro una y otra vez, sintió el peso del aire rodeándolas, sintió el aire y la noche en sus manos, sintió su cuerpo y el de ella. De repente, rompió el encanto con un impulso. Hurgó en sus bolsillos, dejo de lado todo hasta encontrar la llave.
La puerta y la cama se abrieron cerrando la noche.
Solo, de noche, ensayo en el aire el dibujo de aquella silueta, sintió la noche, la soledad, todo.